"THE MONKEY": EL JUGUETE MALDITO QUE TE HARÁ GRITAR 🐒💀

 

Reseña de 'The Monkey': Un desfile macabro con ritmo propio  

Esto es una locura de otro nivel.  

Si creen que el horror solo sirve para asustar, permítanme presentarles The Monkey, la última joya del cine de terror que explora el trauma con una maestría escalofriante. Dirigida por Osgood Perkins (hijo del icónico Anthony Perkins), esta adaptación del relato de Stephen King no solo honra su fuente, sino que la eleva con un equilibrio entre sutileza y golpes visuales que dejan sin aliento. Producida por James Wan, el genio detrás de muñecos malditos como Annabelle, la película funciona como un artefacto malicioso: su apariencia inquietante esconde engranajes narrativos que operan en múltiples capas. La premisa -un mono de juguete que, al darle cuerda, desata muertes brutales- podría sonar a fórmula gastada, pero Perkins la transforma en una montaña rusa de terror, humor negro y gore que reflexiona sobre nuestra relación con la mortalidad.  

El arte de mezclar oscuridad y luz  

Uno de los sellos de Stephen King es su habilidad para entrelazar lo macabro con lo cotidiano, y Perkins captura esa esencia a la perfección. En The Monkey, cada escena oscila entre el humor absurdo y el horror visceral, manteniendo al espectador en un vaivén emocional. El tono es clave aquí: un mal paso podría convertirla en una parodia o en un festín de sangre sin alma. Sin embargo, el director logra que las risas y los gritos coexistan, como en la secuencia inicial donde Adam Scott (el piloto serio por excelencia) combate al mono en llamas entre alaridos y explosiones. Sí, leyeron bien: Adam Scott vs. un primate diabólico. Y funciona.  

Hermanos, muerte y un juguete maldito  

La trama salta a los 90, donde los gemelos Hal y Bill Shelburn (Theo James en doble rol) cargan con el legado siniestro de su padre. Hal, tímido y atormentado, contrasta con Bill, un bravucón que ostenta sus "dos minutos de seniority". Aunque distantes, ambos comparten el trauma por el mono heredado y la influencia de su madre Lois, interpretada por una Tatiana Maslany que roba escenas con su filosofía pragmática ante la muerte. La película tropieza levemente al desarrollar a los hermanos como arquetipos (Hal encarna el duelo silencioso; Bill, el caos), pero Theo James les infunde una vulnerabilidad que engancha. ¡Y ni hablar del disfraz de Superman que Bill usa en plena crisis existencial! Una metáfora hilarante y trágica de cómo la pérdida nos estanca en la infancia.  

Gore con propósito (y algún órgano volador)  

Las muertes en The Monkey son espectáculos creativos: frecuentes, grotescas y sazonadas con un humor retorcido. La música de organillo -que alerta como el tema de Tiburón- y el tamborileo del juguete marcan el ritmo de cada masacre. Perkins evita explicaciones rebuscadas sobre el origen del mono; prefiere que sus crímenes hablen por sí solos. Aquí, un cuchillo de hibachi surcando el aire puede terminar con todo en segundos, recordándonos lo frágil que es la vida. Pero no todo es sangre: algunas muertes duelen, humanizando el caos y reforzando las apuestas emocionales.

Un elenco excéntrico que eleva el absurdo  

Entre cada asesinato, Perkins introduce personajes secundarios que podrían salir de un sueño febril de King: Ricky, el vagabundo místico; un sacerdote que parece salido de un afterparty; y hasta un escuadrón de porristas celebrando... ¿el traslado de un cadáver? Cada uno aporta una dosis de surrealismo que pregunta: "¿De qué libro de King te escapaste?". La respuesta, por cierto, es El umbral de la noche (reconocerán al mono de la portada).  

Veredicto: Un tambor que no podrás ignorar  

The Monkey avanza al ritmo de su propio tambor manchado de sangre, y es imposible resistirse. Osgood Perkins fusiona el horror y la comedia con una visión audaz, usando el gore no como fin, sino como vehículo para hablar de pérdida y resiliencia. Las escenas dementes, los efectos prácticos magistrales y ese toque de humor ácido la distinguen de las películas obsesionadas solo con contar cadáveres. Si buscan una experiencia que les haga reír, vomitar y reflexionar (en ese orden), este mono les tiene preparado un viaje inolvidable.  

¿La lección? Nunca subestimen un juguete viejo. Y guarden los cuchillos de cocina.

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