Reseña | Recomendación: 'El mapa de las pequeñas cosas perfectas': Un déjà vu adolescente en bucle temporal.
El cine de tramas repetitivas encuentra su última reinvención en esta comedia romántica que mezcla crisis existenciales con un romance previsible.
Tres décadas después de que Atrapado en el tiempo convirtiera el bucle temporal en metáfora de crecimiento personal, el recurso se ha vuelto tan recurrente como el propio concepto que retrata. El mapa de las pequeñas cosas perfectas llega como otra pieza más en este rompecabezas infinito: una historia de adolescentes atrapados en un día que se repite, con pretensiones filosóficas y un romance que lucha por destacar entre tanta repetición.
Dirigida por Ian Samuels (Sierra Burgess es una perdedora) y escrita por Lev Grossman (autor de la novela breve en la que se basa), la cinta oscila entre el encanto juvenil y la sensación de haber visto esto demasiadas veces. Su planteamiento recuerda a El día de la marmota con filtro de TikTok: Mark (Kyle Allen), un chico de 17 años, lleva meses reviviendo la misma jornada en su pueblo aburrido. Domina cada detalle -desde el café derramado hasta el partido de fútbol- hasta que descubre a Margaret (Kathryn Newton), una misteriosa compañera de clase que también está atrapada en el ciclo. Juntos, deciden crear un "mapa" de momentos perfectos que ocurren a su alrededor, mientras exploran su conexión.
El guión intenta fusionar el humor ácido de Feliz día de tu muerte con la ternura de Palm Springs, pero se queda en un punto medio tibio. La primera mitad despliega montajes dinámicos: planos secuencia que siguen a Mark esquivando obstáculos como un bailarín, o escenas donde adivina conversaciones antes de que ocurran. La fotografía vibrante y la banda sonora pop aportan energía, aunque resalten lo evidente: el estilo no compensa la falta de originalidad.
Donde la película brilla es en su reparto. Newton, tras su papel en Freaky, demuestra carisma al darle profundidad a Margaret, una chica que esconde heridas bajo su sarcasmo. Allen, por su parte, logra hacer simpático a un personaje que podría caer en lo insufrible. Juntos, generan química suficiente para sostener un romance que, pese a todo, se siente programado por el algoritmo de Netflix.
El tercer acto intenta subvertir expectativas con un giro emocional vinculado al duelo, pero el cambio de tono resulta abrupto. Lo que podría ser una reflexión sobre el dolor se reduce a un recurso narrativo más, diluyendo su impacto. Al final, el filme repite el error de sus protagonistas: en su afán por encontrar "perfección" en cada escena, olvida que la auténtica magia está en las imperfecciones.
El mapa de las pequeñas cosas perfectas funciona como entretenimiento ligero, ideal para fans del género. Pero como exploración existencial, se limita a recorrer caminos trillados. En un mundo donde hasta los bucles temporales tienen fecha de caducidad, esta versión juvenil llega justo a tiempo para recordarnos que, a veces, hay que cortar por lo sano y dejar que ciertas ideas descansen... al menos por un día.
Disponible en Prime Video.
0 Comentarios